Ok, pero es importante que sepas cómo llegué a recorrer este camino que a veces se cataloga como “diferente” y me ha permitido acumular una experiencia de más de 30 años:

Mi mamá me contó que un día, cuando yo tenía cinco años de edad, estando en nuestra casa en Bogotá, Colombia, me encontró en mi habitación sentada sobre mi cama, con los ojos cerrados, un cuaderno sobre mis piernas y un lápiz en mi mano. Ella describe que a pesar de tener los ojos cerrados yo estaba escribiendo a gran velocidad –lo cual, para comenzar, era extraño teniendo en cuenta que apenas estaba aprendiendo a escribir.

Esta situación se siguió repitiendo así que un día mi mami no pudo contener su curiosidad y miró el cuaderno en el que yo escribía. Lo que encontró fue una caligrafía cursiva difícil de leer. Lo único que pudo entender fue la palabra “Dios” que estaba repetida a lo largo de todo el texto. Años después comprendí que estaba canalizando mensajes de Dios y los ángeles por escrito.